jueves, 15 de mayo de 2008

EL CANTERO : DEFINICION Y CARACTERISTICAS



A pesar de que es broma recurrente pretender que tal o cual oficio es el más antiguo del mundo (parece que sería sastre, ya que Adán y Eva se cubrieron con hoja de parra) pero realmente para encontrar un oficio (entendido como un grupo especializado dedicado a una tarea concreta y que recibe una contraprestación por ello, en salario o en especie) nos tenemos que remontar a la edad de piedra.
Como no podía ser de otro modo, (y menos en este proyecto) el oficio más antiguo del mundo es el de cantero, ya que está suficientemente probado por el hallazgo de talleres neolíticos, que grupos especializados (probablemente una mezcla de los artesanos más hábiles, ancianos y heridos) se dedicaban, casi industrialmente, a la talla de puntas de lanzas y cuchillos de sílex, que tallaban con otras piedras sobre la primera herramienta: una piedra plana, el primer yunque de piedra.
La cantidad de esquirlas halladas demuestran que eran grupos relativamente numerosos, de hasta 10 individuos, que utilizaban piedras traídas desde muchos kilómetros. Esta es una de las razones que explican la pervivencia de nuestro antecesor, el homo sapiens, frente al desaparecido Neanderthal, que nunca se molestó en caminar demasiado para ir a buscar sus piedras y que no llegó a alcanzar siquiera la fase de la piedra pulimentada.
En el mundo egipcio, los trabajos especializados, y más si se trata de una pirámide, tumba de un faraón, son encargados a obreros especializados y bien considerados, naturalmente ayudados por esclavos para las tareas más sencillas. Lo mismo ocurre en el mundo griego y romano, donde aparecen ya los primeros albañiles como gremio, los "cementaerius".
En el siglo XII ya existe una clasificación de obreros por profesiones (1); masonería (cementaria) los canteros o cortadores de piedra (latomos), y los albañiles o maçons (cementarios)
El latomus, el que da a la piedra su forma; cementarius, el que la coloca y la une a las otras con mortero. (2)
La palabra lapicida, designa también al trabajador de piedra, y en algunos documentos aparecen tailliator petrae o caesor lapidum, que es empleado a comienzos del siglo XII.
Tenemos pues dos categorías de obreros: el masón superior o cantero, que es el que trabaja la piedra, y el inferior o albañil, que no posee la misma formación y está encargado principalmente de colocarla. Y dentro del masón superior o cantero, todavía podemos distinguir entre el "artista" que trabaja la piedra blanca de adorno (para hacer molduras, capiteles estatuas…) Y el cantero simple que trabaja la piedra dura de sillería.
El cobertizo que servia, a pié de obra, para resguardarse de la lluvia, la logia, se convierte en el gremio de masones. Compuesta de maestros, compañeros y aprendices, y de un código de normas ético, no se relacionaban con los albañiles, que solamente trabajaban el mortero y la paleta. Diseñan y planifican edificios y utilizan la escuadra, el nivel, el compás, que acaban convirtiéndose en símbolos de la cofradía. Tenían su tribunal en la Logia, y se juzgaba sin apelación todas las causas que eran tratadas según las reglas y estatutos de la confraternidad.
La logia funciona también como escuela, donde se da una enseñanza oral y secreta del saber arquitectónico. La logia se llama HUET en alemán; ATELIER en francés; LOGIA en italiano,"TALLER" en castellano y "Llotja" en Catalán, de ahí el nombre de nuestra Llotja de Palma.
A modo de colegio de arquitectos, los maestros se reunían con sus colegas o colaboradores directos para discutir los asuntos de la construcción que no debían ser conocidos por el resto de los trabajadores de la obra. Parece ser que también se enseñaba allí el lenguaje secreto contenido en los edificios, pero por el propio concepto de secretismo, no está suficientemente probado.
La masonería operativa que se mantuvo hasta el siglo XVIII, no tiene nada que ver con la actual masonería especulativa, que nace en el siglo XVII a partir de la decadencia de los gremios. Los masones, antes que perder su privilegiada posición social, empiezan a admitir a otros notables que no provienen de la construcción de hoy, donde lo único en común, son los signos que la distinguen, la escuadra, la plomada y el compás.
Siempre los canteros, al tener un trabajo muy especializado han tenido una gran movilidad, siendo la mayor parte de ellos de regiones y países distintos a aquellos en los que trabajaban. Con el idioma no tenían problemas pues prácticamente todos hablaban el latín que era la lengua universal.
Los canteros firman con su marca de cantero, lo que permite constatar la movilidad migratoria de grupos de canteros que trabajan en una misma región.
Las piedras, por su parte, llevaban tres clases de marcas: la de la cantera que indicaba para qué parte del edificio iba destinada. La del cantero que la labraba y por último la de colocación, se marcaban los asientos y contra asientos y las piedras con molduras. La función de la marca de cantero era simplemente para poder contabilizar y cobrar sus piedras una vez terminadas.
Una muestra de la consideración que disfrutaban era que, al contrario que la mayoría de siervos, eran libres e independientes para dirigirse a donde quisieran.
La jornada de trabajo duraba siempre de sol a sol siendo en verano de 12 horas y en invierno de 8 horas, el domingo era día de descanso, asimismo los días de fiesta. Se pagaba por días o semanas, o por cantidad de trabajo realizado y por supuesto si caía enfermo o tenía un accidente, no cobraba, aún que la logia aportaba una manutención mínima hasta que se reponía.
En Europa, la construcción se detenía en Invierno, ya que debido a las nieves y heladas, no se fraguaba bien el mortero. Las paredes a medio levantar se cubrían con paja y estiércol y se reemprendía el trabajo en primavera. El cantero tallista podía seguir trabajando esculturas y detalles a cubierto en la logia. El resto de los canteros compaginaban trabajos en el campo.
Con la aparición del cemento y el hierro, el oficio de cantero inicia un rápido declive que llega hasta nuestros días. El complicado y cuidadoso despieze de una bóveda de piedra, en la que cada piedra debe ser tallada con 6 caras distintas, no tiene sentido al aparecer los encofrados de hormigón. Tenemos que esperar 100 años para descubrir que el conocimiento del cantero es imprescindible a la hora de restaurar los edificios y monumentos histórico- artísticos.
Una vez más, volvemos a ser necesarios...

http://www.elpais.com/recorte/20070821elpcat_1/LCO340/Ies/Miquel_Ramis_cantero.jpg


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